Opinión
No puede ser lo mismo José María Ferro que Edgar Frígoli
Por Fernando PoggioEl listón negro que fue puesto sobre el cuadro del ex intendente de Facto, José María Ferro, se colocó el 5 de junio de este año, durante el acto de imposición de nombre de Adelina Dematti de Alaye al Complejo Histórico Municipal.
La decisión de la dirección del Complejo Histórico Municipal, a cargo de Jorge Cosimano y la del jefe comunal Darío Speranza, fue establecer una clara identificación de quien había sido un intendente de facto de la dictadura genocida, en el marco de un cambio de paradigma de la mirada sobre la historia basada en valores democráticos y sustentada sobre la vigencia plena de los Derechos Humanos.
Varios dirigentes políticos de la oposición vieron, y así lo expresaron públicamente, una cuestión electoral en esta acción pero ese hecho ocurrió 15 días antes de que se conociera que el Dr. José Ferro, hijo del ex jefe comunal durante la última dictadura militar en el período comprendido por los años 1976-1981, iba a ser el candidato a intendente del Pro en estas elecciones (hasta ese momento, el candidato era Sebastián García De Luca).
A pesar del malestar que pueden sentir sus familiares y otros vecinos por este listón negro ubicado sobre su fotografía en la galería de intendentes que está en el Complejo Histórico Municipal, se debe recordar que José María Ferro fue intendente de Chivilcoy durante la peor dictadura cívico-militar que tuvo la Argentina y Latinoamérica. Eso no lo convierte necesariamente en cómplice. Incluso pudiera suponerse que, durante los primeros meses del Proceso, hubiera desconocido el genocidio que el gobierno liderado por Videla, Massera y Agosti había desatado en el país, pero eso tampoco implica que debe quedar excluido de las responsabilidades éticas que le competían como el jefe de gobierno de la ciudad en ese contexto histórico. Su hijo, José Ferro, dice que alguien debía hacerse cargo del Ejecutivo y que su padre lo hizo. Si nadie lo obligó a punta de pistola, como bien podría haber ocurrido en ese momento, asumió a sabiendas de que lo hacía en un marco de violenta interrupción democrática y no solo eso, sino que permaneció en ese cargo durante el período de mayor represión ilegal que se tenga memoria en la Argentina.
Durante el tiempo que estuvo al frente de la Intendencia, grupos de tareas actuaron libremente en Chivilcoy, como en el resto del país, procediendo al secuestro de varios vecinos, algunos, a muy pocas cuadras del Municipio y que fueron torturados en centros clandestinos de detención y otros forman parte de los 30.000 desaparecidos. Uno de los casos más emblemáticos, que fue dado a conocer por este periodista en LA RAZON en agosto de 2013, fue el del matrimonio compuesto por María Inés Carrieri de Velázquez, de 34 años de edad, que en ese momento cursaba un embarazo de aproximadamente cinco meses, y su esposo, Miguel Francisco Velázquez, de 35 años, que fue secuestrado junto a sus hijos en la madrugada del 18 de mayo de 1977 en un campo de Chivilcoy ubicado a pocos kilómetros de Moquehuá a través de un operativo conjunto del Ejército Argentino y la Policía de la provincia de Buenos Aires, entre ellos, efectivos de nuestra ciudad y Moquehuá. Los niños fueron entregados a su abuela en La Plata, la pareja sigue desaparecida y se desconoce si la mujer dio a luz en cautiverio.
La historia y nuestros héroes son relatados y elegidos desde el presente, mirando hacia nuestro pasado. Por supuesto que esa mirada está atravesada por nuestras ideologías y nuestros modelos de país. Por eso, para quien escribe, que avala rotundamente ese gesto simbólico plasmado en el Complejo Histórico Municipal, no es lo mismo Ferro que, Edgar Frígoli, intendente que fue desplazado por el golpe militar del 76, ni del resto de los que fueron elegidos democráticamente. El único repudio que cabe en esta historia es no defender la Democracia con Memoria, Verdad y Justicia por más pavimento que se haya realizado.