Publicación pedida

Querido Francisco:

domingo, 26 de abril de 2015 · 00:00

Querido Francisco:

Yo no soy un insignificante periodista, sí, un hombre común, pero mi vida y mi ser poseen un gran significado, yo soy uno de los millones y millones de mujeres y hombres que pueblan este planeta, el planeta Tierra. Debo confesar que lo que voy a pedirle lo hago con todo respeto, que quizá esa sea una frase hecha, casi protocolar le diría, pero tómela como a usted mejor le plazca. El motivo de esta misiva Santísimo Padre, es el de pedirle, y disculpe, ahora sí, de buena fe se lo digo, este verbo que acabo de usar, los humanos estamos todo el tiempo pidiendo, a Dios, a los Santos y ahora a usted, que seguramente está muy ocupado tratando de administrar el Vaticano, ese pueblito hecho con las riquezas que los saqueadores europeos se llevaron de América, de nuestra América, la nuestra y la suya, bueno, usted por lo menos puede disfrutar de algo viviendo ahora allí, le decía, el motivo de ésta y disculpe la digresión, es pedirle por favor si tuviese la bondad divina de incluir en su agenda a las niñas y a las mujeres que son violadas por extraños o propios y que embarazadas en ese vil acto no tienen la posibilidad de abortar el proceso de gestación, porque mire, yo no creo que usted crea aún en esas frases ortodoxas tales como que el amor se hace sólo para procrear, pero sí creo que usted puede ponerse en el lugar de las niñas y experimentar su sufrimiento, o su muerte, cuando intentan cortar ese proceso en lugares no aptos. Quiero decir, usted seguramente hace lo que quiere con su cuerpo o pone en él lo que se le antoja, como zapatos viejos, bueno, todos deberíamos tener esa posibilidad, la de hacer con nuestros cuerpos lo que queramos, como discontinuar un embarazo no deseado. Y si usted, además, fuese tan amable, de tener en cuenta esta costumbre diría, esta práctica por parte de los sacerdotes católicos, que se llama pederastia, y que deja a los niños, traumas que son muy difíciles de superar en el transcurso de toda su vida. Me refiero al abuso sexual, terrible práctica por parte de los sacerdotes que ejercen sobre sus víctimas, los infantes, una relación de poder, infundiéndoles miedo que redunda en sumisión, que redunda en dolor, en abuso, prácticas más bien relacionadas con el infierno que con el paraíso. Me pregunto a veces, si usted y sus colegas no habrán estado leyendo los libros equivocados. Perdone, fue sólo una reflexión tonta. Y para no molestarlo más mi querido Papa, (debo confesarle, y espero que no me haga rezar, que he tenido especial cuidado en no ponerle tilde a su nombre) quería pedirle si podría usted incluir en su agenda el tema de, cómo llamarlo, el capitalismo eclesiástico?, bueno, algo así, seré claro, podría usted hablar con sus curitas y contarles que están aquí de paso y que cuando les llegue el momento de pasar a mejor vida, no podrán bajo ningún concepto, llevarse consigo nada de lo que están amasando en esta existencia, como autos, viajes, dinero, etc, etc. Porqué le digo esto Papu, porque en mi pueblo hay un par de sotaneros que andan buscando novias ricachonas con la excusa de la sanación uno y vendiendo merchandising de un santo que soluciona los problemas muy rápido o algo así el otro. Explíquele, usted que sabe, que por ahí no va la cosa. Bueno mi amigo, gracias por leer mi desinteresada carta, no hace falta que me la conteste y si en su respuesta hubiera querido preguntarme si me importa que usted reciba a la presidenta antes de las elecciones, le digo: no, no me importa.

TIRSO.

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