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La marcha de la historia
Al decir de la señora presidenta Cristina Fernández de Kirchner el ritmo del tiempo histórico no se ciñe a los pasos cortos del tiempo electoral o de los períodos gubernamentales. Quizás lo que vivimos este domingo no fue otra cosa que el subsuelo de la Patria festejando los logros que desde el 2003 vienen materializando los sueños de 1973.
La movilización a Plaza de los Dos Congresos de este domingo aglutinó a los trabajadores y la clase media progresista, como anticipo soñado de una alianza plebeya, que por fin le ponga un tope a los poderes concentrados que quieren coartar las posibilidades de crecimiento e igualdad para el pueblo argentino. Evidencia de esto es que las pizzerías y cafés más recoletos no fueron los protagonistas de la jornada, sino la vianda característica de las movilizaciones masivas del peronismo. A diferencia de la opinión común esta multitud se movilizó con medios propios, que son los medios colectivos, y que recorrió cientos de kilómetros para llegar al epicentro político argentino. Se trata de la socialización del proceso de conciencia política, que se reveló en la multitud que escuchó con unción cada frase de la señora presidenta e incluso celebró con aplausos los datos económicos más objetivos, como expresiones de las conquistas propias e irrenunciables en pos del progreso argentino.
Esa misma multitud, alegre y militante, que no mostró rencores y que reivindicó con la Presidenta el amor al prójimo como principio ético directriz de la política social y económica. Muchedumbres mansas que clamaron al unísono por cientos de miles de gargantas la construcción de una patria justa y soberana. Quienes esto escribimos hemos participado en distintos momentos de la historia de movilizaciones de resistencia y apoyo y no conservamos memoria viva de un acto de tal magnitud. Gesto superior del pueblo embanderado en las conquistas de una época y que no quiere resignar el terreno ganado con la lucha política.
La multitud que apacible y cantante llegó a la plaza mantuvo en pie las consignas históricas del movimiento nacional y popular. Y aún cuando la lluvia arreciaba sobre la plaza, inconmovible la multitud redobló el sonido de los bombos y a voz en cuello sostuvo el glamor popular por la década ganada.
Profesores Darío Pascuccio y Martín Jauregui
Grupo Castelli Chivilcoy