Confundida

jueves, 23 de febrero de 2017 · 00:00

Confundida


Padre, perdóneme porque he pecado (se escucha una voz femenina en el confesionario)
- Dime, hija, ¿Cuáles son tus pecados?
- Padre, el demonio de la tentación se apoderó de mí, pobre alma pecadora.
- ¿Cómo es eso, hija?
- Es que cuando hablo con un hombre tengo sensaciones en el cuerpo, que no sé como describirlas....
- ¡Hija por favor!, que también soy un hombre...
- Sí, padre, por eso vine a confesarme con usted...
- Bueno hija. ¿Y cómo son esas sensaciones?
- No sé cómo explicarlas, por ejemplo, ahora mi cuerpo se rebela a estar de rodillas y necesito ponerme más cómoda...
- ¿En serio?
- Sí, quiero relajarme y quedarme tendida...
- Hija, ¿Tendida cómo?
- De espaldas al suelo, hasta que se me pase la tensión...
- Y qué más?
- Espero un poco de calor que me alivie....
- ¿Y cuan frecuente es esa tentación?
- Permanente, Padre, por ejemplo, ahora imagino que sus manos sobre mi piel me haría sentir mejor.
- ¡Hija!
-¡Sí Padre!, perdóneme, pero me urge que alguien fuerte me estruje entre sus brazos y me dé alivio.
- ¿Por ejemplo yo?
- Por ejemplo, usted es la clase de hombre que imagino me puede aliviar.
- Perdóname, hija mía, pero necesito saber tu edad...
- Setenta y cuatro, padre.
- Ay hija, vete en paz y no me jodas que lo tuyo es REUMATISMO.

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