PANORAMA POLITICO BONAERENSE

En la provincia las fichas comenzaron a moverse

domingo, 22 de marzo de 2015 · 12:55


 

LA PLATA, mar 21 (Por Andrés Lavaselli [email protected]).- Aunque todavía faltan definiciones sustanciales, de repente, el escenario electoral comenzó a alterarse con fuerza, y esas convulsiones tienen en la política de la provincia de Buenos Aires uno de sus epicentros: tanto en el oficialismo como en la oposición, comenzó a despejarse el horizonte por el lado de las candidaturas a gobernador, en una serie de movimiento que, claro, no se comprenden del todo sin ligarlos al escenario nacional.
El disparo de largada pareció darlo el radicalismo hace exactamente una semana, cuando en Gualeguaychú selló una alianza con el PRO de Mauricio Macri y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, en un paso que unifica a una parte importante de la oposición de perfil mayoritariamente no peronista y tuvo hasta hora dos lecturas básicas: consolida la posibilidad del balotaje y puede complicar a Sergio Massa. 
Es que el movimiento de Macri y Ernesto Sanz tiende a consolidar un polo opositor que emerge con más fuerza, tracciona hacia sí voto útil y complica las chances de que el oficialismo obtenga una ventaja tal que le permita ganar en primera vuelta, o viceversa. La misma lógica es la que perjudica a Massa, aunque paradójicamente podría tener mejores chances que Macri en una segunda vuelta porque captura más voto peronista. 
En la Casa Rosada decodificaron el movimiento en términos favorables para sus planes: lejos de la idea de "jugar a perder”, creen que aunque Macri captura ahora más apoya para la primera vuelta, la estructura de su entente tiene un techo de 45 por ciento para la segunda vuelta y es vulnerable justamente por la estructura que quiso darle el jefe de Gobierno, que permite que se la enfrente en términos de "peronismo contra anti peronismo”.
En el massismo, la luz roja la encendieron los intendentes bonaerenses, que emitieron un mensaje inequívoco luego de la fuga de uno de ellos, Sandro Guzmán, de Escobar. Aunque rechazaron la idea de Jesús Cariglino (¿el próximo en irse?) de aliarse con Macri en términos que solo podían significa que Massa decline su postulación presidencial –algo que según dejan trascender también sugieren los poderes concentrados- pidieron "cambios”. 
Básicamente, el reclamo pasó por volver a poner al territorio bonaerense, y en cierto sentido a ellos mismos, en el centro de la escena. Y en "limpiar” la grilla de candidatos a gobernador, donde la actual proliferación de postulantes y el nivel de agresividad interna de algunos de ellos complica las cosas. Lo primero empezó a pasar ya, lo segundo ocurrirá el sábado en un congreso que solo dejaría en pie a Francisco De Narváez y Darío Giustozzi,
Aunque está en algún sentido en la cresta de la ola, el macrismo-radicalismo tampoco es un lecho de rosas, por un motivo lógico: al "subidón” que significó el acuerdo le siguen ahora los tironeos para ganar espacios internos. En la provincia, esa etapa la inauguró Macri cuando, en La Plata, "ninguneó” a Gustavo Posse, que llegó a sus costas por segundo vez, previo pase por el massismo.
Posse aspira a una interna contra María Eugenia Vidal que le permita transformarse en el paraguas bajo el cual se sume el radicalismo bonaerense –especialmente los intendentes- al acuerdo. Pero Macri no solo le bajó el precio: aún no se sabe qué formato podría permitir el acople, amén de que los sectores que detentan el poder formal partidario, una parte de la oposición y hasta algún alcalde le bajaron el pulgar.
La incógnita, entonces, es cómo evitar que un Macri envalentonado y confiado en su primacía sobre Sanz (si es que no hay fórmula compartida) no se quede con todas las llaves a la hora del armado, bajo una consigna simple: el que tracciona votos allí es, en realidad, él. Cualquiera de las opciones todavía no despeja una incógnita compleja: ¿se puede dar la ventaja de ir a una elección nacional sin un candidato fuerte en el distrito que concentra el 40% de los votos del país?

¿SIMPLIFICANDO?


La provincia también estuvo en el centro de los movimientos del oficialismo. El más resonante fue la renuncia de Julián Domínguez a su quimera presidencial en beneficio de una más tangible opción bonaerense, después de una venia de la Presidenta que por ahora se limita a habilitarlo como uno más de la grilla del FpV, aunque hace tiempo que él viene trabajando para ser el candidato único. 
Como CFK guarda aún bajo siete llaves cuál será su juego (¿habilitará los dos de los que todos hablan, propiciará un tercero camporista, irá ella en una lista?), el movimiento de Domínguez dio pasto a la hermenéutica presidencial, ese juego favorito del PJ de estos días. Muchos creyeron que Cristina empezó a despejarle la cancha a Florencio Randazzo, porque el cambio de escenario del diputado implica una menor dispersión del voto anti Scioli.
Pero tal vez sea demasiadas suposiciones: en principio, el lote "híper K” podría volver a ampliarse si Fernando "Chino” Navarro lanza el fin de semana "santo”, como tiene hasta ahora decidido, una candidatura propia a Gobernador por el Movimiento Evita, que a nivel nacional tampoco baja a Jorge Taiana. Pero además, porque implica que CFK ya decidió qué va a hacer, algo que casi nadie sabe.
Por las dudas, el sciolismo tampoco se quedó quieto. Allí están confiados en que, más allá de los gestos de preferencia a Randazzo, la presidenta los habilitará para las PASO porque, en el caso de que sean dos contendientes, no querrá privarse de los votos de ninguno. Es un razonamiento que supone asumido que habrá una sola lista de candidatos a diputados nacionales y que cuenta como un dato a favor el cierre de Macri con Sanz.
En La Plata, además de regodearse con una encuesta de Poliarquía que da a Scioli 15 puntos arriba del Randazzo y liderando la grilla general, cuentan como activos el respaldo de Martín Insaurralde (que bajó en intención de voto mucho pero todavía sigue siendo uno de los que rankean más alto), el guiño de Sergio Berni (otro que sigue midiendo) cuando se autopostuló y el de Fernando Espinoza. 
En la semana en que "bajó” a provincia un postulante como Domínguez, que a tenor de sus opiniones sobre Scioli de los últimos años podría terminar en la boleta de Randazzo, esos movimiento en la periferia del sciolismo parecen aprestos para un combate. Domínguez, por las dudas, también se prepara: mandó a difundir tres encuestas (una de Rouvier, otra de Rouvier y una de Artemio López) que lo dan arriba de sus rivales internos. 
Más allá de la extrema relatividad de sondeos a tres meses del cierre de listas (Bossio también tiene, en este caso del consultor Gustavo Córdoba), parece que con el PJ territorial siguiendo de cerca lo que ocurre y mientras CFK no defina, el juego también pasa por instalarse como el candidato que puede llevar a todos a la victoria. (DIB) 

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